Primera reflexión, el tiempo es infalible y tiene memoria, es decir, es susceptible de percibir y medir.
Segunda reflexión, lo que en aquel tiempo y espacio suceda no es accidental, entonces rige una Voluntad predeterminada por una energía creada antes de nuestra existencia y de la que somos su resultado, por ella existimos y como consecuencia a ella estamos sujetos y así debemos aceptarlo.
Tercera reflexión, La Voluntad Universal da a cada hombre lo que han querido, es decir, al aceptar la Voluntad Universal nos colocamos en sincronía con su movimiento, nada ajeno a ella, a su más estricto régimen en cualquier tiempo y espacio, nuestro cuerpo y mente en absoluta coincidencia con esa Voluntad Universal que se desplaza en un tiempo y espacio medible e infalible.
Cuarta reflexión, si el hombre no entiende aquello de la perfecta sincronía con la Voluntad Universal, la que es medible y se puede percibir, la que está predeterminada y entrega al hombre lo que siempre a querido, caerá en el desánimo y será presa de la consternación.
Como consecuencia, estamos obligados, necesariamente, a buscar en medio de las sombras de nuestras limitaciones, esa luz que nos genera el calor de la única existencia posible, aquella que fue nuestra génesis creadora y que es única, medible, predeterminada, y que es, la Voluntad Universal, nuestro cuerpo y mente en perfecta sincronía con su movimiento y órbitas gravitacionales, con su tiempo y espacio, con su energía, con su luz y calor ya que también son nuestros, porque así fuimos creados, somos su resultado.