Este hermoso poema de Amado Nervo tiene un trasfondo místico que a mi parecer condensa el pensamiento de la Escuela Rosacruz; Nos remite a esa divinidad oculta y dormida que todos los humanos poseemos y que esta a la espera del toque que nos permita despertarla e iniciar la senda del conocimiento espiritual; nos pasamos la mayor parte del tiempo lamentándonos y culpando de todas nuestras falencias  al destino,  mientras permanecemos en un estado dubitativo y estático que nos mantiene anclados al mundo material. Solo a partir  del momento  en que nos atrevamos a dar el primer paso y a asumir las dificultades que nos implican recorrer el camino, podremos elaborar y visualizar  paso a paso,  pero con absoluta certeza,  la construcción del hombre nuevo.